TORMENTA

La aguja del campanario acaricia el lomo de las nubes.
Un dedo de luz atraviesa la frágil estructura
mientras atabales mil, a contratiempo, anuncian su llegada.
Tiránico monarca que en tropel lanzas tus tropas;
otrora fuiste tú magnánimo benefactor
y arrasas hoy tu obra más hermosa.
Cruel, insensible al dolor ajeno,
¿no escuchas el llanto desgarrado de la madre
a quien robaste su ser más querido?
Colérico desatas tu furia.
la mano con la que diste vida,
el corazón ahora hiende.
No hubo obra humana o raíz profunda
que soportar pudiera tu avenida,
henchida de los estragos de tu ira.
Lágrimas, que no perlas de lluvia,
arrogante prendes en el alma
descarnada de la vida.


PRISIONERO ESTOY

Prisionero estoy, y no me quejo,
en la tela de araña
que tejes cada día
con el leve batir de tus pestañas.


EL DÍA QUE NOS ENCONTREMOS

El día que nos encontremos…
Se paralizará el mundo.
Habrá erupciones y terremotos.
Aumentará el magnetismo terrestre.
Se fundirán nuestras pupilas, derretidas en el iris del otro.