LA LUZ, HA NACIDO UNA ESTRELLA

hoy desperté a media noche,
y vi tu luz de nuevo brillar;
como aquella que marchaste sin reproche…
en una fría sala de hospital.
Reconocí enseguida tú luz,
asomando por la rendija;
como esa que brillaba en tu cruz…
o cuando buscamos aquella sortija.
Me levanté y fui hacia el cuarto,
donde sueña mi otra estrella;
que de su amor yo no me harto…
como aquel que todo lo sella.
Ayer te vi reflejada,
sobre la cunita de un niño;
en ese que todos ya aman…
y nos lo regalaste con tu cariño.
Aquel día que te marchaste,
pedí que tú no lo hicieras;
quizás tú te enojaste…
pues querías unirte a ellas.
Cogiste tu corazón de ocho en el cielo,
y lo partiste de amor en dos;
a todos nos quedó el consuelo…
de que nos devolvías todo el amor.
Ahora nos ha llegado
de nuevo con tu luz a brillar;
para todos es un regalo…
que ya queremos abrazar.
El día tres del tres,
nació de nuevo una estrella;
¡juramos de la cabeza a los pies!…
que todos cuidaremos de ella.
¡Gracias madre, suegra y abuela!,
por tus diecisiete monedas de oro;
ayer teníamos dieciséis en vela…
ahora tenemos un tesoro.
Gracias a tu luz brillante,
ha nacido otra estrella;
como algo que se comparte…
el amor que sentimos con ella.
“Bienvenido Aitor 3/3/2011” (dedicado a mi querida suegra ya fallecida).


¿QUIERES SOÑAR CONMIGO?

Cuando era un niño,
siempre soñaba despierto;
con amores y el cariño…
de princesas como un cuento.
Yo era un afamado futbolista,
que dedicaba goles con amores;
un cantante, mosquetero o artista…
resaltando sus valores.
Soñaba con bellas mujeres,
que eran niñas hermosas;
ofreciéndoles ramos de flores…
con margaritas, claveles y rosas.
Las defendía con mi coraje,
las besaba con mucha pasión;
paseábamos por un bello paisaje…
y les daba mi corazón.
¡Quizás soñaba contigo!,
y confundí la amistad con amor;
¿sería ya antes tú amigo…?
la respuesta la tenemos los dos.
Cuando tú eras niña,
también soñabas despierta;
te enfadabas y había riña…
si la puerta te dejaban abierta.
Soñabas con príncipes azules,
que eran guapos y valientes;
héroes con capas y tules…
de brazos y piernas fuertes.
Les dabas de premio un pañuelo,
y luego sonrojada un beso;
apenas te quedaba el consuelo…
de haber soñado con eso.
¡Quizás fuese el destino!,
o la vida que nos juntase…
se cruzaron en nuestro camino,
sueños, ideas y esta frase…
¿quieres soñar conmigo?.


EL PEQUEÑO BASELISQUE (BASILISCO).”Dedicado a mi querida sobrina Nekane,

cuñada Lorena Ortega Morales y cuñado Bruno Mallo”.
Según Plinio el Viejo en su Naturalis Historia, el basilisco era oriundo de Cirene, y no medía más de
20 dedos de longitud. Poseía una marca blanca en la cabeza que se asemeja a una diadema. Además
del poder de matar con la mirada, su influencia era tan nociva que su aliento marchitaba la flora del
entorno y resquebrajaba las piedras. Los únicos métodos seguros de matarlo era con el canto del
gallo, el cual aterrorizaba al basilisco, o con una comadreja, la cual era el único animal capaz de
vencerlo con su olor, si bien al coste de morir también ella misma.
Esta historia se remonta a una época mucho más antigua de la creación de la ciudad romana de
Augusta Raurica, se remonta a la época en que los antiguos celtas que habitaban el centro de
Europa, vivían aislados en poblados junto las orillas del río Rin (Rhein); al que ellos denominaban
“fluir”(ya que Rhein es fluir en la antiguas lenguas germánicas).
Existía un asentamiento celta junto a una colina en la cual corrían rumores de que un gallo de siete
años de edad había puesto un huevo, que estuvo encubando durante dos años, y al morir, se hizo
cargo de ese huevo un sapo durante nueve años más, a su vez una serpiente que engulló ese sapo se
hizo cargo de la criatura que acababa de nacer y que había heredado las características de ellos tres;
osea, tenía cabeza y extremidades de gallo, cuerpo de sapo y cola de serpiente…a esa criatura los
celtas lo llamaron Baselisque (Basilisco). Cuando éste creció, corrían rumores por esa aldea celta de
que todo aquel que se topase con él, lo mirase, quedaría petrificado, si no es que antes acababa con
él su nauseabundo aliento; ya que éste corrompía el aire de su alrededor con tan solo abrir su boca o
pico. Vivía muy cerca de la colina o elevación de tierra que había justo en el margen derecho del
Rin (según orientación a su nacimiento). Justo más abajo, y en la orilla contraria los celtas
intentaban practicar la pesca, la caza, así como cuidar sus campos de cereales y sus animales
domesticados que les proporcionaban leche, huevos, y carne (cuando escaseaba la caza).
Un día un grupo de jóvenes cruzaron hacia el otro lado del río a nado, topándose de frente con el
Basilisco, así que dos de ellos, que lo miraron directamente a los ojos, quedaron petrificados con su
mirada, los otros dos restantes que no lo miraron pudieron volver a la aldea mareados o exhaustos
del nauseabundo olor que estuvieron respirando al encontrarse con el Basilisco. El jefe de la tribu
celta o chieftain, mandó capturar al Basilisco, y mandó a sus mejores guerreros y rastreadores del
clann (palabra gaélica que significa familia) a su encuentro.
Al parecer los guerreros celtas acabaron como los jóvenes, petrificados y convertidos también en
colina, puesto que ese agrandamiento o elevación del terreno se debía a la colección de personas y
animales que el Basilisco iba capturando con su mirada.
El chieftain ya no sabía ¿que hacer?. Había mandado a sus mejores guerreros y habían fallado en
sus intentos de, bien matar; o capturar vivo a la criatura que aterrorizaba con sus miradas a todo su
pueblo. Muchas aves de caza quedaban convertidas en piedras, los gansos, los castores, las nutrias,
así como los lobos, e incluso las comadrejas; todo le valía a Basilisco para hacer más, y más grande
su colina.
Un día pasó por la aldea un viejo druida o sabio, al cual le preguntaron por “como acabar con tan
horrenda criatura”. El sabio que parecía conocer de culturas más antiguas el como acabar con la
criatura, les puso en conocimiento que: al ser o compartir genéticamente las características del
gallo, sapo, serpiente, éste sucumbiría al canto del gallo, o quizá a la mirada embaucadora o de
hipnosis de la serpiente; o quizá el repelente sapo con su secreción urticante, le afectaría y moriría.
Se armaron de un gallo para combatir contra el Basilisco, y éste convirtió en piedra al gallo antes de
que cantase. Se hicieron con una serpiente para que esta lo embriagase y seduciese con su mirada;
pero Basilisco tenía una mirada más potente, y convirtió en piedra al ofidio. Cogieron un sapo y lo
llevaron para que Basilisco lo comiese o vomitase, por su despreciable sabor, pero ni aún así;
Basilisco convirtió también en piedra al malogrado sapo.
La colina del basilisco se hacía más y más grande; día a día, con las almas de todos aquellos que se
atrevieran a mirarlo. Pronto corrieron rumores de que la pestilente mofeta dejaba un aroma mucho
más desagradable que el propio Basilisco (ya que ésta para defenderse arroja un chorro de
pestilencia aroma a sus enemigos). Así que prepararon una trampa para capturar viva una mofeta, y
esta al atarla a un tronco cerca de la colina del Baselisque, y así al intentar cogerla; ésta se
defendería dándole la espalda, y arrojando un chorro de repugnante aroma que acabaría con la
criatura. Pero ni aún así, la mofeta justo antes de arrojar su defensa, se giró, y miró a al Basilisco
para acabar convertida en piedra, como todos los otros seres que habían tenido el desafortunado
encuentro.
El chieftain, estaba día a día, más convencido que jamás acabarían con aquella criatura que
atormentaba sus animales, cosechas (ya que el pedrisco o granizo también se lo achacaban a
Baselisque), petrificaba a sus mejores guerreros, e incluso las almas de todos aquellos que por
desgracia cruzaban la orilla del Rin para ser convertidos en piedra.
Un día pasó un peregrino o desgalichado hombre que venía de las tierras de más arriba del río
(concretamente de su nacimiento), paró en la aldea y pidió algo de comida, elchieftain que era un
hombre generoso, accedió a saciar el hambre del caminante, éste a su vez lo vio preocupado y le
preguntó por lo que le atormentaba. Al enterarse del caso de la criatura y que esa era la máxima
preocupación del chieftain, así como de toda su aldea; cogió un cubo con agua y el caminante
preguntó: mira, ¿que ves?. El chieftain respondió: -me veo reflejado o mi imagen se refleja en el
agua. -Pues eso mismo debéis de hacer para acabar con el Basilisco, debéis de ver el modo que él se
vea reflejado, y así convertirse él mismo en piedra. -¡Eureka!, ¡genial!, ¡fantástico!, ¡que gran plan!;
respondió el chieftain. Y así prepararon una enorme charca donde Basilisco se vería reflejado al
beber agua (puesto que en el Rin, al que acudía para satisfacer su sed, nunca se veía reflejado; pues
sus aguas corren con rapidez y no permite el reflejo de imágenes). Cuando terminaron su trabajo,
esperaron a que un vigilante, les diese la señal de que la criatura se dirigía a beber, tocando o
soplando por el interior de un cuerno de buey. La criatura llegó a la altura del agua, se inclinó para
beber, y se vio reflejada por primera vez en su vida en el agua tranquila y limpia de aquel estanque,
que por otra parte lo convirtió en piedra para siempre…ya que su potente mirada acabó con su
propia imagen, la imagen del Baselisque.
Unos cientos de años más tarde, los romanos que fundaron Augusta Raurica (hoy Kaiseraugst);por
el año 44 a.C. por esa época construyen también una fortificación sobre la colina donde se alza hoy
la Catedral de la ciudad suiza de Basilea (Basel), y que quizá deba su nombre a la de aquel
Baselisque (Basilisco). En la cual, han convertido en piedra a todos sus basiliscos, que en forma de
fuentes inundan la ciudad para darle colorido y esplendor. Así como en el interior de esa preciosa
catedral del siglo XI, que pertenece a la ciudad. En ella reposa la figura en piedra del Baselisque