No me arrepiento

Te conocí sin retrasos.

Con esas miradas
naufragadas entre risas
arañaste mi deseo,
despertaste con susurros
a esta boca
que hoy te busca,
agostaste mi existencia
en pensamientos nocturnos.

Parí mentiras
enamoradas de recuerdos
mientras tú grababas con desprecios
retazos de soledad.

Que yo sé
que no padezco de enamoramiento,
ni te menciono,
no te venero.
Solo te adolezco,
a veces te pienso
aunque realmente
te quiero.

Pero no me canso de ti,
de tus ojos,
de tu vida,
de ese pequeño desliz.

Confío demasiado
en nosotros
como para dejarte ir.


¿Y si fuera?

Si solo tuviese un minuto para expresarme,
usaría treinta segundos para pensarte.

Nada me haría más feliz
que gritarte a los cuatro vientos lo que siento al tenerte lejos,
que las discusiones con mi mente cada vez son más pronunciadas
y que cuando respiro el aire se me queda pequeño, y eso duele.
No quiero delatarte que has convertido una pequeña parcela
en el hogar más deseable,
que gracias a ti he aprendido a componer con sentimiento.
Decirte que aprendí a aceptar cada momento,
pero que sigo creyendo en ideales y que me obceco en vivir de ilusiones.

Me bastarían quince segundos para reconocerte
que no he conocido a nadie como tú,
con quien brillar, quien me inspire,
quien con su boca y con sus ojos me sonría.
Nadie con quien me pueda acurrucar;
que determine con ese talante su derecho a la autonomía,
que sea fiel consejero de la palabra.

En diez segundos admitiría tu capacidad de aplacar sentimientos contradictorios,
envidiaría tu don al generar esas iniciativas inciertas que sabes que me vuelven loca.
Me encantaría decirte todo esto,
pero mis manos me delatarían.
Sé que no diría nada,
por eso me quedo con la melodía del papel entre tus dedos,
con el crepitar del fuego,
y con los cinco segundos que me quedan para cogerte de las manos,
besarte, y susurrarte un
TE QUIERO.


Ensayo de ti

Eres fulgor puro.
Sí, con tu divina esencia resplandeces.
Con esos ojos
que me miran,
con el encanto
que inspiras,
con esa sonrisa
entre dientes,
con esas manos traviesas que sabes
que me enloquecen cuando
trepan por mi cuerpo…
pero odio cuando escapan entre deseos internos.

Tú reencarnas ese ensueño
producido por la nada,
lo adormeces en tibiezas
y entre sándalo y promesas del mañana.
Recuerdo tu roce en mi cintura
en ese momento álgido;
la suavidad de tus labios desfilando por mi cuerpo
buscando el éxtasis olvidado.

Casuística bilateral entre
nuestros cuerpos mudos,
vistes de tregua nuestros nombres,
aclara tu estado esta noche.

Y sigue creando,
provocando y seduciendo…
hasta que el término
POESÍA se te quede bien pequeño.